HRS4R o los insondables caminos del Espacio Europeo de Investigación

El grave problema de la implementación del Espacio Europeo de Investigación es uno de esos temas enquistados de los que se lleva años hablando pero que tan pocas consecuencias tiene en la práctica. Allá por el año 2000, cuando todos estábamos inmersos en la llegada del nuevo siglo, la Comisión Europea resaltó la importancia de la creación de un Espacio Europeo de Investigación. Ya entonces se decía eso que seguimos repitiendo hoy día hasta la saciedad, como el necesario aumento de la inversión en I+D que se requiere para ser competitivos en una economía basada en el conocimiento. Las diferencias con países como Estados Unidos en aquel momento ya eran evidentes donde, además de disponer de una mayor inversión, gozan de un auténtico sistema común de I+D.
Aunque la falta de inversión en I+D es un handicap importante que ya se decía entonces, también sacaba a relucir otro tema clave en cuanto a la organización de la investigación en Europa: existe una gran  y fragmentación que provoca la convivencia de diferentes sistemas nacionales de I+D normalmente inconexos entre sí. Conviene resaltar que este no es un problema único de la I+D, es algo inherente a la propia naturaleza plurinacional de la Unión. La necesaria cesión de competencias de los  estados miembro choca con el actual contexto en que los países parecen mirar más por su beneficio propio que por el del proyecto común que supone la construcción europea.
Desde entonces lo que más se ha hecho es dar recomendaciones, aunque es de justicia afirmar que el Programa Marco (actualmente Horizonte 2020), ha hecho mucho a favor de un sistema común de I+D. Lamentablemente las recomendaciones se mueven siempre en el ámbito del deseo de conseguir una mejor coordinación. Mientras que en el ámbito económico se están dando pasos firmes con iniciativas clave como el Banco Central Europeo o la Zona Euro (por citar dos ejemplos), esto no sucede en cuestiones de ciencia e innovación donde la falta de instituciones y mecanismos fuertes con autoridad son la norma.
Centrándonos en el tema de los recursos humanos y la estrategia HRS4R, podemos observar que la Comisión planteó una serie de recomendaciones entre las que destaca una (punto 5) que habla sobre la necesidad de disponer de más personas dedicadas a la investigación y una mayor movilidad. Para ello propone lo siguiente:
  • Más movilidad
  • Hacer conscientes a los investigadores de la dimensión europea de sus carreras
  • Fomentar la igualdad, con mayor número de mujeres dedicadas a la investigación
  • Hacer de la carrera de investigador algo atractivo para los más jóvenes

La cosa evoluciona un poco y en 2003 el Consejo de Europa (donde están representados los gobiernos de los estados miembro) hace una resolución donde se «congratula del interés de la Comisión en trabajar en pro de una Carta Europea del investigador». La Comisión se pone manos a la obra y, tras sucesivas reuniones y sesiones de trabajo publica en 2005 la Carta Europea del Investigador y el Código de Conducta para la Contratación de Investigadores. Ambos documentos nacen con un fallo, y es que son una «recomendación», es decir, son «actos jurídicos no obligatorios que sugieren a sus destinatarios un determinado comportamiento«. Ha habido avances desde entonces, pero menos de los deseados. La creación de la red Euraxess para promover la movilidad de investigadores ha sido importante. Es a Euraxess a quien se le encarga el soporte en la implementación del sello de excelencia en gestión de recursos humanos para la investigación HRS4R. Este sello surge en el año 2008 como una propuesta de la Comisión para implementar en la práctica los principios de la Carta y el Código

El interés por este tema ha ido subiendo desde que se publica la plantilla del grant agreement del programa Horizon 2020 y, en su artículo 32, se hace una mención expresa a que la institución firmante se compromete a hacer todos los esfuerzos posibles para alinearse con la carta y el código. Aquí es donde HRS4R entra en juego como herramienta clave para demostrar que estamos en esa línea. El sello se basa en los clásicos modelos de autoevaluación de los modelos de excelencia (tipo EFQM por ejemplo). La institución se compara frente a un «gold standard» para ver la distancia que hay entre lo que hace en la práctica y lo que debería estar haciendo según la carta y el código. Es lo que se conoce como el «gap analysis». A partir de ahí se define una serie de planes de acción para reducir esa distancia y así, con los años, aproximarse más a lo que establece la Carta y el Código.

La realidad es que todo este proceso está siendo demasiado lento. Basta con observar que en 17 años menos de 400 instituciones de investigación europeas parecen estar alineadas según los principios de la Carta y el Código. Estos tiempos son francamente inaceptables si se quiere ser competitivo en I+D. Por otro lado, aunque es cierto que el HRS4R es un paso en la buena dirección, parece que nadie ha puesto sobre la mesa el coste de implementar el modelo de gestión de recursos humanos que hay detrás de la Carta y el Código. Y con esto no me refiero al coste de obtener el sello HRS4R, sino al de financiar los diferentes planes de acción que hay que poner en funcionamiento para aplicar la Carta y el Código (captación de talento, estabilización de investigadores, planes de carrera…). Un coste que sin duda alguna es muy superior al actual y del que, hasta la fecha, poco se sabe sobre cómo se va a financiar. En una reciente sesión sobre el tema en la Universidad Miguel Hernández de Elche organizada por RUVID, se dijo que desde Euraxess se estaban haciendo todos los esfuerzos posibles para que el FP9 disponga de líneas específicas de financiación para este tema. Esperemos que estos esfuerzos lleguen a buen término y una prioridad tan importante tenga detrás los recursos necesarios para ponerla en funcionamiento.

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