A finales del año 2008, cuando todo eran rumores sobre la salud de Steve Jobs, asistía yo a las clases del Master en Gestión de Empresas, Productos y Servicios. En la asignatura de innovación era frecuente que saliese el caso de Apple y el profesor José Albors insistía en que Apple estaba construída alrededor de la figura de Steve Jobs, con las consecuencias negativas que tendría en ella la muerte con la que todos especulaban. Yo no era muy partidario de este planteamiento. Me basaba en los buenos resultados que había obtenido Tim Cook en las situaciones en que había actuado como CEO de la empresa mientras Steve Jobs estaba en alguna de sus «medical leave». El tiempo pasó y Steve Jobs finalmente murió del cáncer que padecía.
Al poco comenzaron a venir otros cambios en la empresa y figuras clave como Johny Ive junto con otros pasaron n a ser Vicepresidentes con la idea de dar mayor relevancia a otras figuras de la empresa y dar una imagen de «equipo competente y altamente cualificado» frente a la de «empresa guiada por un gran líder y visionario». Apple se afanaba en digerir su cambio cultural enterrando rápidamente la figura de Steve Jobs en un bonito funeral (Remembering Steve) y centrándose en el lanzamiento de su siguiente «revolutionary product», el iPhone 5, evento durante el cual no se hizo la más mínima mención a la figura de Steve Jobs. Las cosas parecían ir bien, las acciones de Apple cotizaban cerca de su máximo histórico.
Sin embargo el tiempo va pasando y comienzan a aparecer algunos problemas, Apple declara la guerra a Google con la consiguiente concentración de esfuerzos y recursos que ello conlleva, la lucha de patentes con Samsung sigue su curso con batallas ganadas y perdidas par ambos contrincantes. Algunas víctimas de esta guerra fueron la aplicación de mapas que hacía uso de la tecnología de Google a favor de una nueva aplicación propia de Apple que te situaba el río Ebro en California.
A Google cada vez le iba mejor con su sistema Android, dejando de ser una «copia barata» del iOS a ser cada vez más capaz y competir de igual a igual. Fabricantes como Samsung sacaban productos cada vez más competitivos y el Galaxy S3 alcanzaba su máximo de ventas rivalizando con el iPhone como teléfono más vendido.
Esto son sólo algunas pinceladas que han hecho que el modelo de negocio de Apple pase de ser algo incuestionable a tener que estar dando continuamente explicaciones. La última entrevista a Tim Cook en AllThingsD parecía más bien un careo, quedando lejos aquellos momentos en los que Steve Jobs hablaba y los demás escuchaban.
Ahora Apple se enfrenta a su clientela, acostumbrada a ser sacudidos cada poco tiempo con «revolutionary products», que esperan que la compañía saque en breve algo realmente sorprendente sin fijarse en las importantes mejoras que ha habido desde aquel iPhone primigenio del año 2007 a los modelos que disfrutamos en la actualidad. Cayendo cada vez más en el discurso fácil de las especificaciones y olvidando la innovación que hay dentro de cada producto Apple.
Como decía Steve Wozniak en su libro iWoz refiriéndose a la crisis que sufrió la empresa en los años 90, «Apple necesitaba a alguien que fuese capaz de subirse a un escenario y decir lo buena que es la empresa». Y eso parece que ya no existe. Parece que el profesor Albors acabará teniendo razón, ¿no?