Hace poco escribí un artículo en este blog sobre el tema del espionaje sistemático del Gobierno de Estados Unidos a empresas Norteamericanas y cómo nos afectaba a nosotros como usuarios. La cuestión del Gran Hermano que todo lo ve quedó patente tras el escándalo del Programa Prism revelado recientemente por un ex-empleado de una subcontrata de la NSA.
Ese ex-empleado se encuentra ahora, al igual que Tom Hanks en la película «La Terminal«, en la zona internacional de un aeropuerto moscovita, al parecer negociando con diferentes países posibilidades de asilo. A todo esto el gobierno ruso, el mismo que era criticado por el encarcerlamiento de las Pussy Riot por sus críticas contra Vladimir Putin, se desentiende e incluso ensalza los valores de libertad que representa el ex-empleado de la subcontrata de la NSA. En paralelo un batallón de periodistas circulan por la terminal intentando localizar al ex-empleado para conseguir unas declaraciones al más puro estilo de un capítulo de Mortadelo y Filemón.
Al mismo tiempo la tormenta perfecta sigue aumentando, con un claro escándalo de espionaje no ya a simples usuarios como nosotros, sino entre los propios gobiernos. Y ahora el motivo ya no parece ser el de la seguridad nacional, más bien todo apunta a un espionaje al estilo de un ciber-James Bond con intereses geoestratégicos y económicos. Primero Estados Unidos se indigna por un supuesto espionaje del Gobierno de China hacia sus empresas, después son ellos los que parecen espiar al resto del mundo, en especial a Unión Europea y en especial a Alemania que se toma muy mal el descubrir que es víctima de espionajes masivos y sistemáticos por parte del Gobierno de Estados Unidos. Mientras tanto el Gobierno del Reino Unido, del que hace poco se supo que espió a los líderes del G8 durante una reunión, aparece en el mapa como otro de los países más agresivos en el panorama del cibera-espionaje.
Y ante este enrevesado escenario, tan sólo nos queda saber a quién es el siguiente en la cadena, quién espía el espiado…