Se dice que el vocabulario de los idiomas se especializa según el entorno en el que se utiliza. Así como nosotros sólo disponemos de una palabra para decir «nieve», los esquimales tienen más de 50 palabras que hablan de ese concepto. En castellano encontramos dificultades para encontrar la palabra que mejor se adapte a la actividad de emprender, a la capacidad de involucrarse en la creación de empresas. En los últimos tiempos hemos oído varias alternativas, como el uso del término en inglés (entrepreneurship), la palabra emprendimiento, emprendedurismo o emprendizaje. Parece que la Real Academia de la Lengua ha aceptado finalmente como válida la última. Puede que esta dificultad para definir algo tan arraigado en otras latitudes demuestra que en nuestro país el «emprendizaje» necesita un empujón. Y no sólo lo dice la lingüística, lo dicen también las diversas estadísticas oficiales que se manejan tanto a nivel nacional como europeo.
Creo que ayudar a identificar estas actitudes y darles todo el soporte necesario es fundamental. Yo mismo cree una empresa cuando tenía poco más de 21 años. Estuve hace un par de años en +Babson College y se me quedó grabado lo siguiente: «No os convirtáis en un cocktail party entrepreneur». Es decir, un tipo que se pasa el día hablando de que le gustaría crear una empresa pero nunca la crea. La clave está en ser capaz de pasar de la creatividad a la acción. Ellos lo definían bajo el concepto Creaction.
Tengo un amigo que es el ejemplo de un emprendedor. Se llama +Bruno Gwosc y en los últimos años ha creado diferentes negocios relacionados con la música. Estudió viola y violín en el Conservatorio Superior de Música de Munich y lleva viviendo 11 años en España. La última aventura en la que se embarcó hace tres años se llama Little Mozart y parece que le está funcionando muy bien. Hablando hace un par de días se me ocurrió hacerle algo así como una entrevista para colgarla en el blog. Creo que es una manera de enseñarle a otra gente que se esté plateando crear una empresa cómo ponerse manos a la obra. Os adelanto que la entrevista es bastante amateur pero trata de recoger qué siente un emprendedor cuando va a crear su negocio y qué es lo que más valora de él cuando intenta describirlo.
P: ¿Cómo se te ocurrió crear Little Mozart?
R: Cuando empecé a pensar en Little Mozart, me di cuenta de que si quieres hacer algo bien tienes que trabajar con lo que ya sabes y lo que tienes. Me senté delante de un papel en blanco y empecé a hacer un brainstorming, donde me surgieron un sinfin de ideas relacionadas con la música. Y así fue tomando forma la idea de enfocarme en el mundo de la enseñanza de la música. Y pensé ¿por qué no mi propia escuela de música? Dar un servicio personalizado según las necesidades del cliente es la clave.
P: ¿Y qué te llevó a crear una escuela de música?
Para mi es importante poder llevar a mis hijos al colegio, estar el fin de semana con ellos y pasar las vacaciones juntos. Y no sólo eso, gustaría en un futuro poder dejar a mis hijos algo como una empresa. Todo esto me lo permite la Escuela que he creado. Además pienso que la música es algo bonito que se puede disfrutar durante toda la vida o, incluso sembrar la semilla en aquellos que tengan la sensibilidad suficiente para querer dedicarse a la música.
P: ¿Cómo fue el primer día con un cliente?
R: Fue genial. Le dije: «Vamos a dar clase de música a domicilio, tienes dos hijas, no te gustaría que aprendiesen violin?» Le dije que si me pagaba un año por adelantado le regalaba los violines. Y así fue.
P: ¿En qué es diferente Little Mozart?
R: Me gusta dar servicio redondo a las personas. Los padres tienen ya que resolver muchas cuestiones del día a día y la música tiene que ser algo fácil y una fuente de satisfacciones. Los padres que trabajan conmigo no tienen que pisar una tienda de música nunca. Quiero dar facilidad para la gente y mi fórmula sigue siendo la misma. En mi escuela no se paga matrícula. Intento conseguir los mejores instrumentos posibles dentro de la gama que se puede permitir el cliente. Paso todos los descuentos de los instrumentos a los clientes, no gano dinero vendiendo instrumentos. Les soluciono el problema del instrumento al cliente. El primer año regalamos 14 violines y guitarras. Los demás se lo compraron por su cuenta.
P: ¿Quién es Little Mozart?
R: Little Mozart lo hacemos muchas personas, especialmente todos aquellos que imparten las clases, y que tratan de introducir la música en la vida de las personas. Y en este sistema los profesores son la clave, que también pueden establecerse sus propios retos. Los profesores aportan lo que mejor saben: dar clase. Yo me encargo de cubrir todo lo demás.
P: ¿Después de tres años, qué harías de una manera distinta?
R: No cambiaría nada, aunque es cierto que todos los meses aprendo una lección importante. En este momento, por ejemplo, me estoy introduciendo en el mundo del CRM. Necesito un software que me ayude a gestionar mejor la relación con el cliente: pedidos, profesores, clientes, etc.
P: ¿Y qué harías diferente en el futuro?
R: Yo quiero Little Mozart en cada ciudad de España. En ello estoy.
P: ¿Qué le dirías a un emprendedor?
R: Deja los problemas a los demás y crea un negocio que no tenga límite. En mi caso todas las casas son potencialmente mis aulas. No estoy limitado por las restricciones que te genera disponer de un espacio propio.