Vuelvo a publicar este post que había borrado previamente (fecha original: 6/10/2013). Si quieres conocer el motivo
haz click en este enlace.
He pensado titular este recuento semanal de lo sucedido en el ámbito de la educación con la siguiente cita de Gandhi: «La violencia es el miedo a los ideales de los demás». Y es que todos los medios han coincidido en calificar como violencia lo que vivimos el pasado 3 de octubre de 2013 en la +Universitat Politècnica de València (UPV) cuando un colectivo de personas boicotearon el Acto Oficial de Apertura del Curso Académico. Y esta violencia se ha visto reflejada en diferentes noticias que destacan, entre otras cosas, las formas que tuvieron para acceder al recinto, los medios que utilizaron para imponer su voluntad, así como la incapacidad de diálogo del colectivo pese a los sucesivos intentos infructuosos que se realizaron. El término más repetido para describir lo que allí sucedido es el de «acto vandálico» y todos han coincidido en la escasa representatividad de los participantes en el boicot respecto al colectivo al que se suponía defendían.
Las reacciones posteriores han llegado de prácticamente todas las esferas, desde el propio Rectorado que
rechazó tajantemente esa manera de actuar y someterá a los órganos colegiados de la Universidad este tema, hasta los sindicatos mayoritarios en la UPV que
emitieron un comunicado conjunto desmarcándose de esta manera de proceder y condenando lo sucedido. La Delegación de Alumnos de la UPV, que es el órgano que aglutina a los representantes estudiantiles elegidos democráticamente, también ha manifestado su rechazo
mediante un comunicado en su página web.
Volviendo al propio momento del boicot, los que estuvimos allí vimos como un grupo de personas, algunos con el rostro cubierto por pañuelos y gafas de sol irrumpieron en el Paraninfo alrededor de las 11:45 y corearon consignas de todo tipo. Las que más repercusión han tenido en los medios son las dirigidas al Arzobispo de Valencia («Fora l’Esglessia de la Universitat», «Somos estudiantes, no monaguillos» y «Mucha sotana y poca vergüenza»), pero el resto de asistentes que esperábamos la llegada de la Comitiva Académica también fuimos objeto de diversas interpelaciones. El simple hecho de llevar corbata ya te hacía sospechoso de ser un corrupto o un sirvengüenza («Mucha corbata y poca vergüenza»). El repertorio de consignas siguió y fue muy variado, muchas ni siquiera relacionadas con los problemas que sufre la educación hoy día. El más llamativo fue «nosotras los parimos, nosotras decidimos».
En resumen, lo que han reflejado los medios es el rechazo unánime de todos hacia esta manera de abordar los problemas, desde la sociedad en general hasta de los propios estudiantes a los que se suponía representaban. La violencia en una sociedad democrática deslegitima a los que la utilizan, y nunca será el medio para defender las ideas por muy loables que puedan ser. Retomando de nuevo el inicio de este artículo, es precisamente la violencia «el miedo a los ideales de los demás».