gMail es uno de los servicios de correo electrónico más populares del mundo. Su capacidad prácticamente ilimitada, su sistema de búsquedas permite rescatar cualquier mensaje del baúl de los recuerdos o el uso de etiquetas en lugar de carpetas para clasificar los mensajes, hacen de gMail uno de los más deseados. Hace algo más de un año superó a Hotmail en número de usuarios, disponiendo actualmente de una base activa de usuarios de más de 425 millones de usuarios. Ahora bien, ¿alguien ha tenido que pagar algún céntimo de euro por usar gMail?
¿Qué se esconde detrás de la gratuidad de servicios como Google o Facebook? El caso de Facebook también es paradigmático. A diferencia de gMail, que proporciona un servicio esencial hoy día en internet (el correo electrónico), Facebook mantiene a cientos de empleados en todo el mundo para mantener un servicio que nos permite disfrutar diciendo cosas como «lo mucho que nos gustó la paella que nos comimos ayer» o «lo bien que nos lo estamos pasando en la fiesta de fin de curso». Tanto Facebook como Google son compañías valoradas en miles de millones de dólares, si esto es así, ¿cuál es el modelo de negocio de unas compañías que aparentemente no cobran nada a sus «clientes»?
En El Mundo Digital, un libro de +Nicholas Negroponte publicado a mediados de los años 90 del siglo pasado, diferenciaba la economía de las empresas que intercambian átomos de las que comercian con bits y bytes. Las primeras serían las tradicionales de toda la vida que basan su negocio en la producción, venta y comercialización de distintos tipos de bienes. Las segundas se dedican al comercio de bits y bytes, en otras palabras, al comercio de la información. ¿Se enmarcan la mayor parte de las empresas de internet actuales en esta última categoría?
Nuestra mente no obstante está acostumbrada a desenvolverse en los modelos de negocio más tradicionales, en los que hay alguien que vende algo y alguien que quiere comprarlo. Y en este esquema es donde surge la respuesta fácil: «venden publicidad». Sin embargo los ingresos por publicidad tanto de Facebook como de Google, aún siendo muy elevados como nos indica +Davir Bonilla en su blog, no justifican el inmenso valor en bolsa que tienen estas empresas. Aunque la publicidad sea algo vital en su manera de funcionar, no podemos decir que sean empresas de publicidad al uso.
Volviendo al hecho de que el usuario «normal» no ha pagado prácticamente nada a Google o a Facebook, de nuevo podemos volver a la pregunta clave de este artículo: ¿qué venden Google y Facebook y quién compra lo que Google y Facebook venden? Si nosotros no compramos nada a estas empresas pero somos fervientes usuarios de sus servicios, todo apunta a que nosotros formamos parte de la transacción que se produce entre el vendedor y el comprador. Es decir, que cuando un servicio es gratuito, todo hace suponer que el usuario es el producto con el que se comercia.
¿Nosotros usuarios como producto? Así es, aunque más que nuestra persona, toda la información que generamos a diario con el uso de diferentes servicios digitales: redes sociales, ordenadores, móviles, buscadores, correo electrónico… un sinfín de servicios sin los cuales ya prácticamente no podríamos vivir. Para hacernos una idea del volumen de información que generamos y de lo suculenta que es esta información os recomiendo veáis un documental que me envió +Alfredo Moreno y que se emitió recientemente en La Noche Temática de +RTVE , que bajo el título «términos y condiciones» pone al descubierto la información que estas empresas tienen de nosotros, lo que estamos aceptando cada vez que nos instalamos una aplicación o usamos un buscador y el uso que los gobiernos hacen de esa información. Esto último es especialmente relevante, porque el documental es previo al escándalo del caso de la #NSA tras las revelaciones de #Snowden, ya que lo que en otro caso hubiera quedado como meras elucubraciones, aquí se manifiestan como algo real.
Volviendo a la pregunta con la que partía este artículo: ¿somos los usuarios el producto? Si es así, ¿quienes son los que están comerciando con nuestra información?