El artículo que publicó Nathan Harden en la revista The American Interest en diciembre de 2012 tenía un título muy provocativo: «The end of the University as we know». Tengamos en cuenta que el artículo se enmarca dentro de las vicisitudes que está viviendo el sistema de educación norteamericano, tan alabado por el resultado de algunas de sus universidades pero al mismo tiempo tan cuestionado por su peculiar sistema de financiación.
El final que plantea vendría motivado por el auge de las nuevas tecnologías (especialmente por el éxito de los famosos MOOCs) y las posibilidades de aprendizaje que se abren. El resultado sería la concentración de la oferta de educación superior en pocas universidades (en las más prestigiosas) y la desaparición de una gran parte de las universidades presenciales por problemas de viabilidad. En este sentido distinguía bien entre la «experiencia residencial», aquella que tienes por el hecho de ir físicamente a un campus, y la «experiencia online», que es la que adquieres a través de internet.
El pasado 15 de diciembre de 2014 hubo una conferencia del Profesor Eric Grimson, Rector Adjunto en Innovación Académica del +Massachusetts Institute of Technology (MIT) en unas jornadas organizadas por +Universia España en Madrid bajo el título «Workshop Innovations in Education». Aunque sin citarlo, el tema estaba muy vinculado con el artículo de Nathan Harden, pero sin embargo la aproximación del Profesor Grimson fue bastante distinta y, en mi opinión, mucho más realista. La reflexión que hizo no llevaba aparejado un final, sino más bien un cambio de ciclo que requiere una adaptación para aprovechar las ventajas que ofrecen las tecnologías y también una respuesta a preguntas como:
- ¿Aprenden mejor los estudiantes?
- ¿Obtienen mejores resultados?
- ¿Cómo se puede personalizar la educación en función de las necesidades de cada individuo
- ¿Cuál es el valor añadido de la «experiencia residencial» de la educación?
En primer lugar resaltó que diferentes estudiantes tienen estilos de aprendizaje distintos. El modelo tradicional tiene pocas posibilidades de adaptación y suele aplicar una única metodología a un conjunto de alumnos. La tecnología abre nuevas posibilidades en la personalización de la educación según las necesidades de cada individuo. Hoy día es sencillo generar segmentos de vídeo que traten aspectos concretos y combinarlos con otro material de refuerzo. Esto conlleva una nueva manera de concebir una clase basada en la modularidad. Siguiendo la terminología del famoso ensayo de Eric S. Raymond sobre el código abierto, ¿queremos construir clases como quien hace catedrales o queremos ofrecer la posibilidad de que cada estudiante se forme como quien pasea por un bazar donde va eligiendo lo que mejor se adapta a sus necesidades? Esto requerirá evidentemente actuar sobre la otra cara de la moneda: la evaluación y certificación. Tendremos que transitar de evaluar contenidos concretos a certificar competencias.
En segundo lugar el uso de las tecnologías en la educación nos proporciona una cantidad abundante de información sobre cómo los estudiantes aprenden. Hoy día disponemos de la tecnología necesaria para analizar la gran cantidad de datos, como los que se generan cuando 100.000 estudiantes siguen un MOOC. Esto nos permitirá conocer mejor el proceso de aprendizaje. Siguiendo la analogía del sistema de recomendaciones de +Amazon.com , podríamos guiar al estudiante en función de los resultados que va obteniendo en las pruebas de evaluación con mensajes como «¿Sabías que otros estudiantes que fallaron en la pregunta 3 consultaron este artículo, esta página web y esta sección del foro?»
Tercer asunto, relacionado con la «experiencia residencial» que mencionaba al principio, ¿qué papel tienen los espacios físicos del campus? Todos sabemos que la educación es algo que va más allá de la adquisición de conocimientos. Gran parte del proceso se basa en el desarrollo de competencias como comunicación, liderazgo o capacidad de mediación. Las tecnologías dejan más tiempo en el curriculum para aprovechar mejor la estancia de los estudiantes en el campus y fomentar la interacción.
Después pasó a centrarse algo más en los MOOCs y la experiencia que ha tenido el MIT en el desarrollo de los mismos. No olvidemos que, aunque el acrónimo MOOC es algo bastante reciente, fue el MIT el que en el año 2001 puso en abierto los materiales de sus cursos a través de la iniciativa Open Course Ware y que con los años derivó en los actuales MOOCs. Las principales recomendaciones serían:
- Se genera una comunidad con una interesante mezcla de estudiantes locales e internacionales
- Las interacciones se realizan de manera online, aunque se está trabajando en la posibilidad de organizar comunidades presenciales en las localidades de origen de los estudiantes. En este sentido el sistema será capaz de sugerir estudiantes de una misma zona que estén haciendo un curso similar al tuyo.
- Es interesante que los estudiantes trabajen sobre el mismo material y puedan poner en común sus aportaciones con el resto. Comentó el uso de PDFs en los que cualquier estudiante puede escribir y compartir con el resto sus propias notas al margen o el uso de Piazza como gestor de preguntas y respuestas.
Además los MOOCs le han permitido al MIT establecer acuerdos con todo tipo de instituciones, como los Community Colleges en Estados Unidos, que forman a personas de entre 20 y 30 años que entran en el sistema con unas bajas competencias. Utilizan MOOCs del MIT como material para desarrollar sus clases.
El perfil del estudiante de un MOOC es el de una persona con una cierta vocación autodidacta, de una edad media de 29 años y que tiene una educación de grado. Su principal interés es la mejora continua y el desarrollo personal. Esto apunta al importante papel que tienen las universidades en mantener el nivel de formación de la sociedad una vez terminados sus estudios tradicionales en el marco de la formación continua.
Y ante la pregunta de si los MOOC de universidades tan reconocidas como el MIT, +UC Berkeley o +Harvard University reemplazarían las clases que cada universidad pueda dar su respuesta clara fue «no». Destacó el papel de la educación en cada contexto y comparó el uso de los MOOCs de estas universidades con el que se hacía antiguamente de los libros de referencia de cada asignatura. El MOOC tomará el papel de esos libros, y tendremos MOOCs de referencia para cada una de las materias o incluso cada una de las temáticas, pero eso no anula la aportación que ha habido siempre de cada profesor en cada contexto. En cualquier caso el MIT utiliza los MOOC no como algo que reemplace de lo que hacían hasta ahora, sino como un complemento que mejora la experiencia educativa.
En los MOOC existe una cierta controversia respecto a la gran diferencia que hay entre el número de alumnos matriculados y el número de estudiantes que terminan. Respecto a esto, según el Profesor Grimson, es totalmente inadecuado utilizar indicador porcentaje de estudiantes que terminan frente al de matriculados para valorar el éxito de un curso. Un MOOC tiene unas características muy distintas a las de un curso tradicional. No tiene prerrequisitos, proceso de admisión y el perfil de estudiantes es muy variado. Algunos estudiantes simplemente tienen curiosidad por una materia y la certificación final no les interesa especialmente. A pesar de esto, la cantidad de estudiantes que sigue el curso se estabiliza rápidamente pasadas las primeras semanas.
En el concurrido mercado de las plataformas de MOOCs un participante le preguntó sobre la aportación del MIT con +edX , reconoció que existen diferentes alternativas como +Coursera , +Miradax o +Udacity . Cada una tiene sus características, pero lo que el MIT entiende es que la educación necesita también un modelo de plataforma sin ánimo de lucro basada en código abierto.
Y a partir de aquí que cada uno saque sus propias conclusiones. Hace falta caminar en este sentido, y algunas universidades lo están haciendo. Otras no tanto. Algunas disciplinas son más proclives a esto y otras menos. Lo que está claro es que esto no es un cambio que dependa únicamente de, como se dice hoy día, «las universidades». A pesar de su autonomía, las instituciones de educación superior forman parte de un sistema muy regulado en el que ministerios, consejerías y agencias externas tienen un papel fundamental(1). El cambio es cosa de todos.
(1) Respecto a este tema recomiendo la lectura de «La universidad informal» del Profesor +Javier Vidal que en la sección 2.1 «Homogeneidad frente a diversidad» explica muy bien esta controversia.