Hablaba hace no mucho con una profesora canadiense usuaria de tablets y ella se preguntaba a sí misma, en referencia a los tablets de Apple y Android: «¿Quién puede querer un aparato que no te sirve para escribir documentos, hacer presentaciones o conectar un lápiz de memoria USB?». Decir esto no es del todo cierto, pero tiene parte de razón. Es posible editar documentos de word, pero utilizando software de terceros (tipo el QuickOffice) que no conservan bien las propiedades de los documentos originales cuando los editamos. Ni que decir tiene que la ausencia de un teclado físico dificulta el trabajo en este tipo de aparatos. No podemos negar que el teclado virtual funciona muy bien, pero la curva de aprendizaje es bastante alta y la postura de escritura no es la más cómoda que digamos. Respecto al tema de los puertos USB y el acceso a discos duros y lápices de memoria lo puedes solventar si eres un usuario de servicios de almacenamiento en la nube tipo dropbox o similar, pero te obliga a tener una conexión a internet siempre a mano. El caso es que ella lo tenía claro, su tablet era un Surface con Windows 8 y la funda con teclado.
Reflexionando un poco sobre el tema me di cuenta de que ella había definido de manera clara el perfil del usuario de los tablets de Microsoft. Un aparato centrado en la ofimática que pretende ofrecer los mismos servicios que un portátil o un ordenador de sobremesa en un formato todavía más ligero y con una interfaz táctil. Pero si ese es el perfil, ¿para qué comprarse un tablet? Mejor ir directamente a por un portátil que siempre hará mejor esa función que un tablet.
Quizás haya una cierta confusión respecto a lo que siempre se ha entendido como «trabajar» con un dispositivo móvil, restringiendose mucho este concepto al de la ofimática. Está claro que hasta hace bien poco la única opción móvil era un ordenador portátil. Este tipo de ordenadores han ido evolucionando y cada vez han cubierto mejor esa necesidad, con equipos más ligeros y duraciones de batería más largas. La aparición de los tablets no vino a resolver un problema de movilidad. Ese problema ya estaba bien resuelto. Los tablets vinieron a generar otro tipo de aplicaciones cuya utilidad no está centrada en la ofimática. Los propios usuarios de tablets no tienen muy claro cuál es su uso. Raro es encontrar a alguien tomando notas de manera ágil en una reunión con un tablet o bien utilizarlo conectado a un proyector multimedia. Hace un mes escribí un artículo sobre el uso de los tablets en un entorno de trabajo, donde comentaba las dificultades que tienen este tipo de dispositivos para desenvolverse de manera fluida.
Las actitudes de los usuarios hacia los tablets son variopintas. Todos tienen uno pero cada uno te plantea un uso distinto del mismo. Quizás ahí esté la gracia. +Vincent Lasser, por ejemplo, valora especialmente la posibilidad de transferir ficheros de manera rápida (por eso usa Android) y la versatilidad que te da disponer de un aparato que siempre está listo para funcionar (sin tiempos de arranque ni carga de aplicaciones). También he visto otras personas cuyo máximo interés es utilizarlo como si fuese una libreta, pero siempre se quejan de la dificultad que presenta no poder apoyar la mano sobre la pantalla táctil cuando escriben con un stylus. Otros se contentan con simplemente llevarlo encima (da un toque de modernidad). En lo que todos parecen coincidir es en que son buenos para leer el correo electrónico y navegar por internet.
El propio formato del tablet tiene algunas ventajas, especialmente cómodo en aviones, donde el espacio es reducido y un portátil puede sufrir daños si el pasajero de delante decide reclinar su asiento. La duración de la batería es algo también importante, aunque como decía antes algunos portátiles consiguen tiempos de uso superiores a las 10h, como la última versión del MacBook Air.
Volviendo al inicio del artículo me sigo preguntando si Microsoft no se habrá confundido con el enfoque que le está dando a sus tablets. Las cifras de ventas hablan por sí solas. Mientras Microsoft hace fuertes descuentos sobre su producto estrella motivado por unas cifras de ventas pobres, Apple, Google y Amazon han encontrado un nicho de mercado tremendamente rentable con sus tablets. ¿Puede ser que el uso de los tablets no sea el de replicar la experiencia de un portátil en un dispositivo con pantalla táctil? La cuestión clave está ahí. Los tablets han abierto un nuevo segmento de aplicaciones que permiten usos no contemplados por los portátiles. Microsoft pretende vender Surface como el aparato definitivo que lo hace todo, pero el hacerlo todo implica también algunos condicionantes. Apple y Google se han decantado por la especialización, como le gusta comentar a +Jerónimo Boris Castelló García , frente a un enfoque generalista. Microsoft pretende tener un único sistema operativo, Windows 8, que sirva para todos los dispositivos (tablets, sobremesas, portátiles, móviles…). El resto desarrollan sistemas operativos específicos para dispositivos móviles (iOS y Android). La estrategia de integración de Microsoft no parece despegar, aunque está claro que una empresa como esta no deja nada al azar y se puede permitir trabajar al medio plazo y no jugar sólo en los devenires del corto plazo.