La tecnología como religión

Tengo un iPad, un iPhone, un mac mini y un macbook air. Además presto atención a las keynote de Tim Cook, aunque me siguen pareciendo más interesantes las que hacía Steve Jobs. Está claro que soy de Apple, no hay duda. Un momento, ¿qué acabo de escribir? Algo así como «soy de Apple». Vaya, tengo un microondas de Whirpool y nunca he dicho «soy de Whirpool», ni tampoco he dicho «soy de Balay» porque la lavadora sea Balay…

  
¿Qué tienen algunas compañías tecnológicas que nos hacen sentirnos tan identificadas como ellas? Mac o Windows, iPhone o Android… Es curioso, pero siempre resulta difícil encontrar argumentos claros para justificar el porqué has optado por uno o por otro. Es evidente que hay más software disponible para Windows y que prácticamente todo el mundo usa Windows, pero en Mac hay menos virus y el ordenador funciona mejor, y no digamos ya si hablamos de Ubuntu… La cuestión es que frente a argumentos tan prácticos como los de Windows soy capaz de proporcionar otro tipo de argumentos mucho más «elevados» para justificar que Mac es mejor. Y realmente pienso que es mejor, porque no es un tema simplemente de especificaciones. 

Hay un momento en el que alguien es capaz de dar un salto tecnológico. El modelo de smartphone que utilizamos hoy día está claramente basado en el iPhone que se presentó en 2007. Una vez que se ha producido ese salto el resto de empresas han sido capaces de igualar e incluso superar al «original». De hecho el smartphone más popular del mundo está basado en Android. Sin embargo Apple sigue teniendo su iPhone, un teléfono más caro (lo llaman gama premium) que otros y por el que muchos etán dispuestos a empeñar parte de su salario durante bastante tiempo. En el lado de Android es incluso más llamativo, porque todos los teléfonos están basados en el mismo sistema operativo y con unas especificaicones de hardware similares. ¿Por qué comprar un Samsung Galaxy último modelo por 700 euros cuando por poco más de 200 euros me compro un BQ que hace prácticamente lo mismo?

El punto fuerte de algunas empresas hoy día no está en la supremacía tecnológica de sus productos. No nos engañemos, con un iPhone podemos hacer prácticamente lo mismo que con un Android. Optar por una marca o por otra va mucho más allá, el problema es que ni las propias empresas acaban sabiendo con claridad porqué el cliente compra un producto u otro. Y esto que puede parecer algo interesante a simple vista, es uno de sus principales puntos débiles. ¿Por qué Google+ no ha funcionado cuando tecnológicamente era mejor que Facebook? ¿Por qué MySpace se fue a pique con lo popular que era?

Y volviendo al título del post: ¿se han convertido algunas marcas en algo parecido a una religión? Con sus rituales, sus valores, sus apóstoles, sus lugares de culto…

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