Como no podía ser de otra manera las noticias educativas de la semana han estado centradas en la huelga de educación del pasado día 24 de octubre de 2013. El pre-huelga, la huelga y el post-huelga han llenado las columnas de los diferentes periódicos con comentarios a favor y en contra según la ideología del medio en cuestión.
Las valoraciones se han mezclado con cruces de declaraciones entre Sindicatos y Ministerio. Las declaraciones más llamativas han sido las sucedidas con motivo de la visita de la Plataforma Estatal por la Escuela Pública que se han presentado en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para entregar una carta al Ministro en la que le declaran «persona non grata«. Las reacciones del Ministerio han venido por parte de la Secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, Montserrat Gomendio, afirmando que los firmantes de la misiva tienen un trabajo fijo, desviando el tema hacia los cambios laborales que se sucederán tras la aplicación de la LOMCE.
Los bailes de cifras en lo que al seguimiento de la huelga se refiere, como es la norma en toda huelga, ya no sorprenden a nadie y las diferencias son abismales entre las ofrecidas por los convocantes, que rozan el 90%, y el Gobierno, que las sitúa alrededor del 20%. Evidentemente unos han intentado hacer ver que se ha paralizado el sistema mientras los otros intentan transmitir que la incidencia ha sido mínima. ¿A quién creer? Es un tema que como siempre quedará en manos del que lea la noticia.
La piquetes, como en toda huelga, han sido el gran foco de atención. Imagino que la gran mayoría habrán ejercido su función informativa, sin embargo, los que se han ganado su hueco en los medios son los que se han extralimitado y han transformado su función informativa en coercitiva. El bloqueo de los puntos de acceso en algunos centros ha sido la tónica dominante de las noticias, con la instalación de objetos o barreras humanas en las entradas de parking o las principales puertas de los campus.
Estas situaciones son difícilmente controlables por los convocantes de la huelga, aunque es evidente que limitan considerablemente las opciones a la hora de decidir hacer o no hacer huelga. Esto también se ha tratado en algunos artículos de opinión, aunque es la situación habitual en cualquier huelga, no sólo del sector educativo: el derecho a trabajar frente al derecho a hacer huelga. Comentando el tema de la huelga con un amigo abogado me decía que el derecho a la huelga es de los pocos derechos que no están desarrollados en ninguna ley (no existe una ley de huelga como tal) y sólo se explica brevemente en el Real Decreto-Ley 17/1977 de 4 de marzo sobre las relaciones de trabajo. Allí se especifica que el trabajador que realice huelga perderá el salario del día de huelga. En este sentido se ha recordado en algunos medios que la +Universitat de València – Estudi General baraja descontar por primera vez el sueldo de aquellos trabajadores que hayan realizado huelga.
Volviendo al tema de los piquetes, los medios también han recogido algún caso de un colectivo de personas no muy numeroso que ha ido recorriendo las aulas de los centros localizando aquellas aulas donde se estuviese impartiendo clases. El caso más llamativo se ha producido en la Escuela Técnica Superior de Inteniería Geodésica, Cartográfica y Topográfica de la +Universitat Politècnica de València (UPV) donde el citado grupo entró en un aula en la que se estaba realizando un examen con una actitud algo violenta. Al mismo tiempo se han producido algunos destrozos, como la quema de contenedores. Esto último entra dentro de la estética de toda huelga en la que se pretende transmitir una imagen de caos, aunque evidentemente implica un daño al mobiliario urbano que se pagará con el dinero de los contribuyentes.
Esta es la habitual estampa de la España de bandos, los que están a favor y los que están en contra, mientras siempre queda un colectivo intermedio, que dicho sea de paso suele ser el más razonable, pero que acaba siendo víctima tanto de unos como otros. En fin, con este panorama no sé si llegará el día en el que los todos los que tienen algo que decir sobre el sistema educativo de este país se sienten en una misma mesa, tengan altura de miras y sean capaces de ir más allá de intereses coyunturales, económicos, políticos o partidistas. ¿Utopía?