En otras ocasiones he hablado del tema del SPAM, y muchas otras veces de lo difícil que es mantener un flujo estable de comunicación en los correos electrónicos. El caso es que el email, actualmente, está claramente implantado en la sociedad y, especialmente, en el mundo laboral. Este tema hace necesario que se considere, además de la cuestión de responder los emails a tiempo, responderlos en la forma adecuada según el remitente.
Creo que el nombre de «correos trampa» es más que adecuado para este post. Me refiero a ese tipo de correos que el remitente los envía con la intención de pillarte o de simplemente dejar por escrito una historia que no se ajusta a la realidad basada en las copias ocultas. Correos destinados a dejar en evidencia al receptor delante de un tercero sin posibilidad de réplica o bien a enmarañarte en una conversación destructiva.
¿Cómo se puede detectar un correo de este tipo? Hay una serie de características que claramente delata que hay un tercero leyendo o que, simplemente, pretenden utilizarse en un futuro en contra del receptor. Pero lo más evidente es cuando detectas un cambio en el tono de los emails y en el lenguaje que se utiliza. Y creo que es importante resaltar lo de cambio de tono, porque es posible que con determinadas personas utilices un lenguaje más formal y con otros un tono más cercano. La cuestión es detectar un cambio en el patrón de comunicación.
El primer síntoma es cuando alguien pasa de saludarte con un «Hola Pepito» a «Estimado Pepito». Esto es algo que ya de por sí debe llamar la atención. No está mal dirigirse a alguien con «estimado» u «hola», lo importante es detectar ese cambio.
Otra variación que a mi me hace mucha gracia es cuando el remitente empieza a utilizar un lenguaje enrevesado, y unas estructuras gramaticales que cualquiera diría que están sacadas del BOE. Cosas como «infrascrito», «sin perjuicio de» o «a los efectos oportunos». Como decía son palabras y estructuras poco habituales en una comunicación interpersonal.
Y hablando de correos trampa, además de los correos dirigidos a terceras personas, están los correos que lo único que buscan es dejarte en evidencia. Normalmente se trata de abrir varios frentes en un mismo correo haciendo sutiles interpretaciones. Lo peor que puedes hacer en esos casos es dedicarte a responder punto por punto lo que te comenta porque, por más que intentes acotar el tema, simplemente le dejas puertas abiertas al remitente para un siguiente correo en el que de por sentado una malintepretación de gran parte de lo que has dicho y genere un estado de opinión en contra tuya en el resto de interesados. En estos casos lo más adecuado es una respuesta breve y sin entrar en detalles.
Por encima de todo hay que tener paciencia y no responder de manera inmediata, aunque te saque de tus casillas. Es mejor reposar la respuesta. Y en otros casos lo más adecuado es el silencio, no alimentando la bola que pretende generar el remitente.
Estos son sólo algunas guías para detectar esos correos pero, por encima de eso, el problema es que hay gente que no es de fiar. Son malas personas que sólo buscan generar conflictos. Se centran en todo aquello que puede generar un conflicto. Personas que en algunas ocasiones ya te han engañado y han intentado darle la vuelta a la tortilla. Para este tipo de gente el email es una herramienta maravillosa. Ese tipo de gente va a tratar de hacer lo mismo en las comunicaciones por email. Cuidado con los correos trampa que pretenden hacer que digas lo que no has dicho y que los demás piensen de ti lo que no eres.