Espiando que es gerundio

La abuela de una amiga mía, hace muchos años atrás, tenía la centralita telefónica del pueblo en su propia casa. Ni que decir tiene que era la que mejor se conocía la vida privada de todos sus vecinos. Era aquella época en la que para llamar a un sitio hablabas con una operadora que te conectaba con un abonado y claro, la tentación de mantenerse a la escucha era muy grande… Después llegaron las centralitas automáticas y todo el glamour desapreció. Escuchar conversaciones ya no era tan fácil para el común de los mortales.

 

Los años pasaron y llegaron los teléfonos móviles. Al principio analógicos y después digitales. Los analógicos se podían escuchar facilmente, pero tenías que estar cerca del teléfono que querías espiar. Cómo nos reímos en el año 1991 cuando se difundió una grabación del móvil de Txiki Benegas, entonces Secretario General del PSOE, en la que se refería a Felipe González como «el One» y también como «Dios». En cualquier caso no era algo fácil hacer esas cosas. Requería una cierta preparación.

Obama es cierto que ha tenido mucho trabajo que hacer desde que llegó a la Casa Blanca. Se encontró un país en la ruina, un sistema financiero en las últimas y dos guerras en marcha. Su llegada levantó grandes esperanzas, tantas que llegaron a concederle el Nobel de la Paz nada más llegar. Yo siempre pensé que fue una manera de decirle que el mundo esperaba mucho de él.

Han pasado los años. Los discursos han quedado en la memoria, y la real politik se ha impuesto. Es cierto que ha acabado con las guerras, el país se va recuperando y está logrando sacar una reforma sanitaria en un país en el que quien no tiene un seguro sanitario privado lo tiene crudo. Pero los casos de espionaje masivo están afectando a su credibilidad como líder y a la imagen de Estados Unidos como potencia mundial. No se puede estar acusando al Gobierno de China de espionaje y que, a los pocos meses, descubran que tú eres el mayor cotilla del mundo. Las comunicaciones digitales, con la tecnología actual, ha quedado claro que son totalmente inseguras. Hemos conocido a través de Edward Snowden los programas de espionaje masivo de la NSA, y con cuenta gotas nos van llegando las implicaciones de este espionaje: personas, empresas, jefes de gobierno… ¿Dónde está el límite? Me imagino las situaciones tan cómicas que se debían dar en la Casa Blanca cuando llamase Merkel por teléfono a Obama y él ya supiese perfectamente de qué le iba a hablar. En fin. De todas formad aquí están todos los gobiernos demasiado callados para el tamaño del escándalo. Imagino que en los próximos meses veremos el alcance real de este escándalo, digno de una película de James Bond.

 

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