El 15 de agosto se anunció la publicación de la edición de 2013 de uno de los rankings universitarios más famosos del mundo: el Ranking de Shanghai. Este ranking lo edita año tras año el Center for World Class Universities de la +Shanghai Jiao Tong University . Se introdujo en el 2003 y su origen se enmarca dentro de un proceso reformista del sistema de educación superior de China. El objetivo era conocer el rendimiento del sistema universitario chino frente al del resto del mundo. Tuvo el mérito de ser el primero en utilizar varios indicadores para confeccionar un ranking de este tipo, y fueron también los primeros en intentar hacer una clasificación global de los sistemas universitarios. Esto lo ha hecho tremendamente popular y es el ranking que gobiernos y universidades toman como referencia para medir la calidad de su sistema universitario. La repercusión que ha tenido este ranking ha sido enorme, llegando incluso a ser la base para definir importantes políticas reformistas del sistema universitario. En el discurso que había detrás de programas iniciados por los gobiernos de Alemania, Francia, Finlandia o España estaba claramente la mejora de la posición que ocupan las universidades de sus respectivos países en el «panorama internacional» (léase rankings). A pesar de que desde entonces han proliferado los rankings, el ranking de Shanghai sigue siendo el referente, para bien o para mal.
Observando el ranking de Shanghai y viendo que año tras año repiten en los 10 primeros puestos las mismas instituciones ( +Harvard University , +Stanford University , MIT , +UC Berkeley , +Cambridge University , CalTech , +Princeton University , +Columbia University , Chicago y +Oxford University ) lo que puede deducirse con facilidad es que son éstas el modelo a seguir según este ranking. «Dime lo que mides y te diré lo que obtienes» diría un especialista en calidad. Y es que detrás de un ranking universitario, detrás de un sistema de indicadores, existe un modelo de universidad. Ahora bien, ¿es ese el modelo de universidad que mejor sirve a la sociedad española? ¿A la finlandesa? ¿A la alemana? Estas comparaciones globales son muy interesantes, pero evidentemente obvian numerosos factores de contexto propios de la situación en la que se desarrollan las actividades de una universidad.
Las universidades cubren tres misiones: docencia, investigación e interacción con el entorno. Cuando el Ranking de Shanghai enfoca todos sus esfuerzos de cálculo en la misión investigadora es que claramente está promoviendo un modelo de universidad investigadora frente al resto. En el caso español las universidades cubren las tres misiones, a pesar de que en muchos casos la sociedad percibe principalmente la función docente, el papel que tienen en la educación de sus jóvenes y su futuro laboral. Por eso afirmar de manera ligera que el sistema universitario es «bueno» o «malo» en función de la posición en el ranking de Shanghai es como medir lo bueno que es un coche en función de su velocidad punta sin tener en cuenta el consumo, la eficiencia, la comodidad, el número de plazas, etc. Parece que se diga que «todos tenemos que tener un Ferrari», pero sin pensar en lo caro que es un Ferrari y en que un Ferrari sólo sirve para correr.
Y el tema de los recursos es otro punto clave en este tema. Y es que decía un amigo mío mexicano que «una prioridad sin presupuesto es pura demagogia». Afirmar que tenemos que mejorar la posición de las universidades en los rankings internacionales y recortar al mismo tiempo el presupuesto en educación e investigación es… algo así como un brindis al sol. Numerosos estudios han demostrado que existe una correlación directa entre el porcentaje del PIB que se dedica a educación e investigación y la posición de las universidades en el Ranking de Shanghai. La primera universidad de habla no inglesa que aparece en el ranking de Shanghai es +ETH Zurich . ¿Se sabe que sólo el presupuesto de esta universidad, que da servicio a una población de 17.000 estudiantes aproximadamente, es superior a la de todo el Sistema Universitario Público Valenciano?
Tomar decisiones en base al ranking de Shanghai es arriesgado por el excesivo sesgo que tiene el modelo universitario que propone. Los esfuerzos que se hacen por mejorar la posición en este ranking son loables y muy meritorios, pero sería más conveniente utilizar sistemas más completos que nos permitan valorar modelos universitarios más amplios. En el congreso que se celebró en el mes de marzo en la +Universitat Politècnica de València (UPV) coordinado por +Jose Miguel Carot titulado «Transparency vs Rankings» se planteó un interesante debate sobre el papel de los rankings. También tuvimos la ocasión de conocer de primera mano la iniciativa U-Multirank, promovida por la +European Commission, que tiene por objetivo establecer un ranking que tenga en cuenta diferentes factores. En contra del Ranking de Shanghai, que centra sus esfuerzos en la misión investigadora, U-Multirank tiene en consideración, ademas de la investigación, la docencia, la transferencia de tecnología, la vinculación con el entorno o la orientación internacional. Un sistema de este tipo nos permitirá tomar decisiones basadas en datos pero más adaptadas al contexto de cada universidad.
Así pues cuando estos días leamos titulares como «ningún campus español alcanza los 200 primeros en el ranking de Shanghai» pongámoslo en contexto y pensemos bien cuál es la universidad que queremos ser. Cuando se hable de las 500 mejores universidades del mundo recordemos que sólo en webometrics existen registradas más de 17.000 universidades. El dominio de la universidad americana en las primeras posiciones del Ranking de Shanghai es incuestionable, pero si observamos su sistema en conjunto, con sus más de 3.200 universidades, encontraremos que apenas el 4% de las universidades estadounidenses se encuentran entre las 500 mejores del mundo según Shanghai, mientras que en España de las 75 universidades existentes el 13% se sitúan entre las 500 mejores de ese ranking. El sistema universitario español es susceptible de numerosas mejoras y siempre objeto de «informes de expertos», pero no nos engañemos, el debate de fondo es el modelo de universidad que queremos.