La configuración que siempre he utilizado se ha basado en la movilidad como elemento diferenciador, por eso el sistema he venido utilizando ha tenido como elemento central el portátil. En las horas de oficina disponía de un monitor, teclado y ratón externos a los que conectaba el ordenador, y en reuniones o fuera de la oficina, simplemente llevaba conmigo el portátil.
Hasta el año 2010 siempre había utilizado ordenadores portátiles PC, normalmente de marcas conocidas y buenas prestaciones para poder desarrollar mi trabajo de manera adecuada. El ciclo de vida de este tipo de ordenadores siempre se situaba entre los dos y dos años y medio, siendo necesaria una renovación pasado ese tiempo para mantener la competitividad del sistema en su conjunto. Durante ese tiempo he de decir que el ordenador mes a mes se iba degradando, por mucho cuidado que tuvieses respecto a instalaciones de software, antivirus, etc. Por eso siempre disponía de una copia limpia de todo (en una imagen) que solía restaurar cuando notaba que el rendimiento empezaba a verse afectado. Esto lo hacía normalmente cada seis meses.
Si durante el tiempo de uso del portátil aparecía alguna versión nueva del sistema operativo siempre te recomendaban no instalarla. Los portátiles tienen un hardware bastante específico y era muy probable que algunas cosas dejasen de funcionar. Esto hacía que, más allá de instalarte los parches de seguridad que Microsoft iba sacando, no pudieses beneficiarte de las nuevas características que iban incorporando los sistemas más modernos.
En diciembre de 2010 empecé a utilizar un Macbook Air con disco SSD de 256 Gb y 2Gb de RAM. El precio IVA incluido estaba alrededor de los 1.300 euros. Pasado un período de aprendizaje de unos 3 meses comencé a sacarle el máximo rendimiento a la máquina. Mi sorpresa fue ver como el rendimiento del ordenador no se iba viendo afectado con el paso del tiempo, simplemente funcionaba bien sin realizar ningún tipo de mantenimiento. Las nuevas versiones del sistema operativo (Lion, Mountain Lion o Mavericks) las he podido instalar sin ningún problema. Pero lo curioso es que el rendimiento del ordenador al instalar las nuevas versiones no se veía afectado, ¡sino que incluso mejoraba!
A día de hoy sigo teniendo el mismo ordenador y, salvo alguna merma en la vida de la batería, puedo decir que funciona como el primer día. Desconozco si Windows 8 ha supuesto un cambio importante en cuanto a estabilidad y rendimiento, pero por lo que he podido observar en equipos con Windows 7 parece que la situación sigue manteniéndose: el ordenador se va degradando por el simple uso. Volviendo a la pregunta del principio: ¿es realmente más caro un ordenador portátil de Apple?